Monday, December 15, 2008

El siguiente texto es la traducción al español, tomada del ingles, de un panfleto sobre la situación en Grecia.


Sobre la situación en Grecia

En estos días de rabia, el espectáculo como relación de poder, como una relación que provee de memoria a cuerpos y objetos, se enfrenta con el difuso contra poder que desterritorializa las impresiones, permitiéndoles vagar lejos de la tiranía de la imagen y hacia el campo de los sentidos. Los sentidos siempre surgen de forma antagonista (siempre surgen en relación, o contra algo)- pero en el estado actual de las cosas están dirigidos hacia una creciente y radical polarización.
Contra la supuestas caricaturas de paz de los medios burgueses ("la violencia es inaceptable siempre, en todo lugar), solo podemos reír: su control, su dominación de buenas almas, de consenso, de dialogo y harmonía no es más que un cálculo de placer descarado: una matanza prometida. El régimen democrático en su engaño pacifico no mata un Alex todos los días, precisamente porque mata miles de Ahmets, Fatimas, Jorjes, JinTiaos y Benajirs: porque mata sistemáticamente, de forma estructural y sin remordimiento, todo el tercer mundo, que es el proletariado global. Es de este modo, con este cotidiano matar, que la idea de la libertad nace: libertad no como un supuesto bien humano, tampoco como el derecho natural de todos, sino como el grito de guerra de los malditos, como la promesa de una guerra civil.
La historia del orden legal y de la clase burguesa nos lava el cerebro con la imagen de un progreso estable y gradual de la humanidad, dentro de este esquema la violencia se muestra como una triste excepción que surge de aquellos que son económica, emocional y culturalmente subdesarrollados. Aun así, todos aquellos que hemos sido aplastados entre mesas de colegio, detrás de escritorios de oficina, en fabricas; sabemos lo suficientemente bien que la historia no es más que una sucesión de actos bestiales acomodados dentro de un mórbido sistema de reglas.
Los cardinales de la normalidad lloran por la ley que fue violada por la bala del cerdo Korkoneas (el policía asesino). ¿Pero quién no sabe que la fuerza de la ley no mas es que la fuerza del poderoso? ¿Qué es la ley misma la que permite a la violencia ser ejercida en la violencia? La ley es vacía; no tiene significado, no otro que el poder codificado de la imposición.
Al mismo tiempo la dialéctica de la izquierda trata de codificar todo conflicto, guerra y batalla, con la lógica de la síntesis de los puestos. Es así como construye un orden; una condición pacificada dentro de la que todo tiene su pequeño lugar. La insurrección social supone la condensación y explosión de miles de negaciones, aun así no contiene, ni siquiera en uno solo de sus átomos, ni en ninguno de sus momentos, su propia negación, su propio fin. Esto viene siempre como una oscura y pesada sensación, como una certeza de las instituciones de mediación y normalización, de la izquierda prometiendo el voto a los 16, el desarme, pero también la preservación de los cerdos, del estado de bienestar social, etc. Aquellos, en otras palabras, que desean capitalizar la ganancia política al costo de las heridas de otros. La dulzura de su compromiso gotea sangre.
La anti violencia social no puede ser responsabilizada por aquello que no asume: es destructiva de principio a fin. Si las luchas de la modernidad tienen algo que enseñarnos no es su triste adhesión al sujeto (clase, partido, grupo) sino a su sistemático proceso anti-dialectico: el acto de destrucción no necesariamente significa una dimensión de creación. En otras palabras, la destrucción del viejo mundo y la creación de uno nuevo comprometen dos sencillos pero continuos procesos. El problema entonces es cuales métodos de destrucción de lo dado pueden desarrollarse en diferentes puntos y momentos de la insurrección. Que métodos pueden no solo preservar el nivel y expansión de la insurrección, pero contribuir a su mejora cualitativa. Los ataques a estaciones de policía, los enfrentamientos y los bloqueos, las barricadas y las batallas callejeras ahora suponen un fenómeno socializado en las metrópolis y más allá. También han contribuido a la desregulación parcial del círculo de producción y consumo. Aun así, solo hacen parte de un blanco parcial del enemigo, directo y obvio, pero atrapado en una sola dimensión del ataque contra las relaciones sociales dominantes. De todos modos el proceso de producción y circulación de bienes, en otras palabras la relación de capital, solo es golpeada indirectamente por las movilizaciones. Un espectro ronda la ciudad quemada: el paro salvaje e indefinido.
La crisis global del capitalismo ha negado a los jefes su mas dinámica, mas extorsiva respuesta a la insurrección: "les ofrecemos todo, para siempre, mientras que lo único que ofrecen es un presente incierto". Con una corporación cayendo tras otra, el capitalismo y su Estado están en una condición en la que no pueden ofrecer más que peores días por venir, situaciones financieras apretadas, despidos, suspensión de pensiones, cortes de servicios sociales, fin de la educación libre. Por el contrario, en solo siete días los insurgentes han probado todo lo que pueden hacer: convertir la ciudad en un campo de batalla, crear enclaves de comunas a lo largo de la fabrica urbana, abandonar la individualidad y su patética seguridad mientras buscan la composición de el poder colectivo, y la total destrucción de este sistema asesino.
En esta coyuntura histórica de crisis, la rabia y el desplazamiento de las instituciones a las que finalmente nos enfrentamos; la única cosa que puede convertir esta sistemática desregulación en una revolución social es el rechazo total al trabajo. Cuando la lucha callejera tome lugar en las calles oscuras por el paro de la compañía eléctrica; cuando los encuentros sucedan en medio de toneladas de basura sin recolectar, cuando los buses cierren las calles, bloqueen la policía, cuando el maestro en paro prenda el coctel molotov de su pupilo, entonces finamente podremos decir: "rufianes, los días de su sociedad están contados; vimos sus placeras y justicias, y las encontramos muy pequeñas."Esto, hoy, no es más que una fantasía, pero una posibilidad concreta a la mano de cualquiera: la habilidad de actor de forma concreto en lo concreto. La habilidad de tomar el cielo.
Si todo esto, es decir la extensión del conflicto a la esfera de la produccion-circulacion, con sabotajes y paros, parece muy prematuro, es quizá porque aun no hemos visto que tan rápido el poder se descompone, que tan rápido las practicas de confrontación y de organización contra el poder se difunden socialmente: Desde los estudiantes de colegio marcando las estaciones de policía con piedras, hasta los empleados municipales y los vecinos ocupando edificios del gobierno. La revolución no pasa con oraciones hacia, y piedad, por unas condiciones historias. Sucede cuando se toma cualquier oportunidad de insurrección en todo aspecto de la vida social; cuando se transforma todo gesto de "castigo" a los policías en un golpe definitivo con las fundaciones del sistema.

Afuera con los cerdos!


Texto Original





Valdría la pena preguntarse si hay algo mal con Grecia, o con el resto del mundo, acá hasta la izquierda vota por un quema libros inquisidor.
Queue vergüenza.

No comments: